En ‘Gladiator’ el cine nos presentó a un Marco Aurelio que gobernaba según sus principios filosóficos, una idea extendida gracias a la popularidad de sus ‘Meditaciones’. Pero ¿era ese el caso?
En 1937, una beca del Instituto Francés le llevó a París, donde vivió el resto de su vida, convirtiéndose en un pensador apátrida por decisión propia tras renunciar a su nacionalidad rumana en 1946.